Los avances en nutrición y medicina le han dado a la humanidad una mayor esperanza de vida promedio. Desafortunadamente, con la prolongación de la vida también se prolonga el riesgo de padecer dolencias relacionadas con la edad.
Aunque algunos trastornos relacionados con la edad, como el deterioro cognitivo y la pérdida de masa ósea, han atraído la atención de los medios, se produce una pérdida moderada de masa muscular en aproximadamente el 70,7 % de los hombres y el 41,9 % de las mujeres de 65 años o más, según la revista Frontiers in Aging Neuroscience.
La disminución de la fuerza y los beneficios para la salud vinculados a la pérdida de la masa osteomuscular, si no se controla, puede provocar debilitamiento físico, una mala calidad de vida e, incluso, la muerte. Su incidencia generalizada y carácter duradero la convierten en una de las mayores amenazas para la salud y la independencia de los adultos mayores.
De acuerdo con WebMD, “las personas inactivas físicamente pueden perder tanto como del 3 % al 5 % de su masa muscular cada década después de los 30 años”. Además, “la pérdida de masa muscular se acelera después de los 40 y continúa acelerándose hasta los 80, para cuando se pierden del 35 % al 40 % de la masa muscular total y del 20 % al 40 % de la fuerza”, según una investigación de Muscle, Ligaments, and Tendons Journal.
El deterioro osteomuscular produce consecuencias graves en los adultos mayores. La pérdida de masa muscular puede alterar la movilidad y el equilibrio, lo que aumenta el riesgo de caídas y fracturas.
Muchos factores influyen en la trayectoria y la aceleración de la pérdida de masa muscular con la edad. La inactividad física crónica y el sedentarismo, por ejemplo, pueden acelerar el proceso.
Las personas mayores que atraviesan períodos incluso relativamente breves de inactividad, como diez días de reposo en cama, pueden sufrir una pérdida del 12 % de la fuerza en la parte inferior de las piernas y la capacidad aeróbica, según una investigación publicada en la revista Medical Science. Después de una rutina de reposo en cama, una disminución de la actividad física del 7 % en promedio agrava aún más el deterioro físico a causa de la inactividad.
La mala alimentación y la pérdida del apetito también aceleran la pérdida de masa muscular. Ambos conducen a una ingesta de nutrientes insuficiente y, en consecuencia, a la falta de los recursos que necesita el cuerpo para mantener los músculos sanos.